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Hilo: Creepypasta dominguera: ¿Creen en los duendes locos?

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Anónimo A comenzó esta discución hace 4,7 years #80

Clotilde tenía 40 años y pesadillas alienantes. Trabajaba como profesora de Castellano y literatura en una escuela, tocaba el bajo eléctrico en una banda de doom-metal alguna que otra vez (sólo tenían tres canciones y no había vocalista fijo -siempre era un hombre-). La canción más corta duraba diez minutos. Hicieron sólo tres fechas, en bares muy chicos. Nunca les terminó de convencer cómo sonaban, pero sólo fueron amigos y familiares. Suyos no, sus padres murieron en un confuso episodio. Eran adictos al paco.
Clotilde también pintaba algunas cosas, en general sobre chapadur y fibrofácil. Pinturas abstractas que unos amigos hippies y gays vendían en una feria. En esa feria barrial ella armó tres cuartas partes de su biblioteca. Muchas veces temió que la humedad o el fuego mordieran sus tesoros de papel. Hace poco se tatuó en su brazo izquierdo el lema "memento mori", sospechando que no podrá llevarse a la otra vida libros, discos y amuletos que juntó en esta. Le preocupaba olvidar. Tras despertar, de sus sueños, de mundos intermitentes con moradores recurrentes, siempre olvidaba algo.
En sueños tuvo novios y novias, hijos y nietos. Otros padres y duendes. Duendes: Su cruz. Durante mucho tiempo, el principal verdugo de Clotilde fue un bellaco truhan de escasa altura, vestido de verde y flema, de barba rala y naranja, llamado "Sergio Tenis". Era la peor escoria de los duendes. Violaba y mataba a sus congéneres y luego bailaba y cantaba sobre ellos. Un espectáculo horrendo.
Clotilde tuvo varios amigos en el reino de la noche, al que nunca quería entrar pero la somnolencia la demolía y la arrojaba allí. Los padecientes eran generosos y para protegerla, corrieron la peor de las suertes. Ella huía dejando atrás seres que la querían y esos sacrificios eran parcialmente olvidados en la vida diurna.
Así murió Carlitos, un niño que fue convertido en pingüino por los duendes científicos. Fue sacrificado para el "Carnaval de los gnomos parrilleros". También tuvo una amiga, Amanda.
En sueños, Amanda le enseñó escalas frigias en el bajo eléctrico. Con ella se dio su primer beso y ella le dijo que la amaba pero Clotilde no entendía esas palabras y no le pudo devolver ninguna reacción. Cuando las lágrimas caían de los ojos grandes y grises de Amanda, Clotilde seguía sin entender. Sin entender que Amanda entendió que Clotilde no la veía como una pareja. Luego Amanda fue convertida, en una saga posterior de sueños inconstantes, en un felino llamado "Felacio". Felacio la correteaba como Pepe LePew. Clotilde se dejaba asediar, un poco porque no sentía amenaza de esa pelusa melosa y mimosa, sino una mezcla de deseo y amor. ¿Pero en qué cabeza cabe amar así a otra especie? (en las cabezas femeninas eso no pasa). Hay pornografía donde se reflejan actos zoofílicos, pero hay dinero de por medio, son producciones penosas para satisfacer el deseo de hombres torcidos. Finalmente, cayó Sergio Tenis con Garompus, el ñomo travesti de pechos largos y pezones grandes y sangrantes. Y de la mano de ellos, Felazio fue destripado para confeccionar las cuerdas del contrabajo de la banda militar de los Duendes Granaderos. En la competencia musical, triunfó la banda de vientos de la otra facción (los duendes carabineros). Hubo un intercambio de disparos y murieron numerosos humanos. Ninguno le importaba a Clotilde, pues en un momento, antes de despertar, sintió la intuición de que esas gentes que murieron en la balacera eran un mero decorado, que eran muñecos llenos de algo, así como una bolsa de porotos que se raja y vuelca su contenido.
En cambio, donde estaba Felacio ahora había el cuerpo de una chica de rulos y ojos grises mirando la nada, el cuerpo abierto en canal, con un importante faltante: las tripas. A esta altura de los sueños, Clotilde ya no recordaba el nombre de Amanda, pero despertó llorando. Luego, más avanzada la vigilia, la vida diurna, hizo todo un poco automáticamente. Sentía una tristeza por algo que era imprecisable. Armó una clase virtual, no se conectó nadie. De treinta alumnos, le entregaron tres trabajos prácticos. Dos eran copia del primero. Estaban todos mal. No le sorprendió. Tomó una taza da fé. Ya no había azúcar. Dos tazas. Finalmente se acabó el café.
Puso música. Escuchó durante tres horas las mismas canciones. Spectre de Christian Death, Hounds upon the hare de Shadow Project, Non grata de Lower Dens, Scratyard Landyard de Dry Cleaning, New Clear Twist de Minimal Compact, The crying game por Dub Mentor y Jil Caplan.
Pero de repente empezño a sonar Cyrano de Los Auténticos Decadentes. Luego la radio. El Duende que había matado al presidente y tomado su lugar, fue depuesto por otro ñomo. El nuevo decreto de necesidad y urgencia emitido: Todas las hembras humanas ahora eran propiedad de los duendes. Luego, el estreno del nuevo himno nacional: una cacofonía de risas estridentes.
Cuando Clotilde estaba despertando, creyó recordar haber tenido un novio, haber peleado con él, haberlo engañado con el hermano de aquel...
Despertó. Ya no sabía si venía de un sueño o del sueño dentro de otro sueño.
Y extrañaba a alguien pero no sabía a quién. Y se le caían las lágrimas y no sabía por qué.

Anónimo A (OP), hace 4,7 years[^] [v] #922

El anon esquizo escribió su biblioteca, nadie iba a leer tamaña biblia. Pero se tenía fe. La gente quiere saber cómo terminan las cosas. Pero los que terminamos somos nosotros. Clotilde empieza a escribir por encargo. Un amigo se estaba muriendo de coronasida y le pidió ultimar una historieta de Gaturro. El tipo trabajaba en una oficina a la que se le delegaba el trabajo de completar guiones para medios gráficos y audiovisuales que por alguna razón quedaron truncos. Clotilde odiaba al personaje: le parecía para la infancia, la peor entrada posible al mundo del cómic latinoamericano. Además los duendes habían matado a Nik (creador de Gaturro) y generaban sus propias aventuras de Gaturro. Eran mejores, pero eso no es decir mucho. También requisaron la propiedad intelectual de algunos otros personajes para ampliar la constelación de monitos dibujados y hacer crossovers.
A todo esto, los niños humanos, después de décadas de cuarentena, ya no aprendían nunca a leer, pero miraban los dibujos con interés.
En ese mundo viñetal para infradotados, el más exitoso era un híbrido de Pepe Grillo mal confeccionado, un cartoon bootleg del bichito de Pinocho, con trazas duendecillo con bigotes. Se suponía que era turco y mataba armenios. Siempre aparecía y le decía cosas desmotivadoras a los demás personajes.
Otros personajes eran Batu, Boris Dumas y el simpático Tútum (un memeperro mascota y parlanchín que se comportaba como los humanos). Al igual que Goofy es un perro que se comporta como humano y Pluto es un perro que se comporta como perro, nada tenía sentido en esa historia (que era la que le tocaba escribir a Clotilde).
Para no pensar y empezar, escribió ideas automáticamente en plan brainstorming:
"Diversos diablos se congregaron en la dimensión k273, donde moran cangrejos gigantes."
"Con invocaciones nigromantes, los restos de indios fueron reanimados con formas atroces: Jaguares con morros redondos como nalgas de mandril y ranas con ojos como antenas."
"Los fugitivos intentan clonarse en una máquina que se rompe. Hay un solo Batu."
"Juegan a los dados. La suerte está echada. Todos mueren".
"Hay una escena de amor, pero eso no alcanza. Nunca basta el amor."
"Olvidaron por qué sufrieron tanto."
"Resucitar en otro lado. Otra vez, nunca aprender ni entender nada."
En el sobre con instrucciones, en grandes letras rojas, la leyenda Restricciones del guión: No puede haber mujeres. Se extinguieron. No se les menciona.
Clotilde quería que aparezca una mujer, al menos. Así que empezó a dibujar a Batu de una manera muy femenina. A ella no le tocaba dibujar, pero quizá pudiera hablar con los dibujantes. El estilo del dibujo era muy precario, quizá con un poco de práctica pudiera encargarse aunque sea, de entintar lo dibujado a lápiz. Como era un cómic infantil, no había necesidad de exponer a los personajes en sus cuerpos desnudos. Los duendes editores eran lascivos y babearon varios originales de las páginas acuareladas listas para escanear. Algunas hubo que redibujarlas a último minuto: Los duendes llevaban replicas funcionales a escala de fusiles de asalto AK47.
Clotilde presenció el fusilamiento de un dibujante. Tenía que tener listo un dibujo del estilo "¿Donde está Wally?" y en lugar de buscar a Wally había que buscar a un amanerado pony de prominentes posaderas. Un baboso duende amante del furro y las burras policromáticas le agujereó el dibujo con una catarata de pútrida saliva. El dibujante trató por todos los medios, muerto de sueño, terminar en una hora lo que tardó una semana en dibujar. Le dispararon en la nuca.
Clotilde despertó transpirada, temblando.
Preparó café.
Por primera vez desde que comenzó la pandemia, no pudo olerlo.

Anónimo A (OP), hace 4,7 years[^] [v] #923

La tos empeoraba. Escupía sangre y salía marrón.
Ya no se conseguía café en los chinos. Tomaba agua caliente.
Los dibujantes fueron todos fusilados, tenía que dibujar ella. El truco era hacer una saga invernal. Si dibujaba los personajes en un episodio playero, con trajes de baño, los duendes incluso eyaculaban sin vergüenza sobre los originales entintados y había que redibujarlos en un plazo de quince minutos. Los dibujantes, para sobrevivir, en lugar de dibujar personajes con muchos detalles, reemplazaban personajes humanos con hormiguitas o cosas más chiquitas y apostaban más al diálogo. Que hubiera más texto que dibujo por viñeta. Finalmente descubrieron que los duendes no sabían leer y se estableció que las historietas sean mudas.
Clotilde empezó a toser pequeños gusanos rojos. Se tomó una taza de la mezcla "70 por ciento de alcohol y 30 por ciento agua". No creía poder sobrevivir otra semana.
Quizá pudiera intentar llegar al hospital, pero ya no era sorpresa que del hospital la gente infectada iba a parar al matadero para luego procesar los cuerpos con semolín y con esa mezcla alimentar a las vacas necrófagas, adulteradas por demoníacas técnicas científicas gnómicas.
Con mucho dolor en el pecho, Clotilde escribió costosamente:
Ideas para la próxima retahíla de viñetas
"Otra vez un reboot. Boris Dumas, Batu y Tútum observan el árbol del portal obscuro."
"Coloca tus partes aquí, niño gordo de gafas culo de botella: Accederás a placeres desconocidos."
"¡No lo hagas, Boris Dumas! ¡Tengo un mal presentimiento!"
"Cállate, marica. No me la quisiste chupar, ¡yo me mando!"
"¡Guau, guau!"
La tos volvió con fuerza. Esta vez los gusanos parecían salchichas que se movían. Tenían pequeños dientes, como de piraña.
Clotilde agarró uno de los tres ejemplares que tenía del Tao te king y aplastó a los gusanos. Un fluido color mostaza resultó de ello. Un olor pestilente también.
La visión se le empezó a nublar.
Temió que esos parásitos escalasen dentro de su cabeza túneles hasta el cerebro.
Y luego todo se puso negro.
Pero la idea seguía, incesante.
"Boris, tonto, ¡te dije que no lo hagas!"
"No llores, yo te quiero... aggg"
"¡Boriiiiiis! ¡Nooooo!"
"¡Guau guau!"

Anónimo A (OP), hace 4,7 years[^] [v] #924

Guión suprimido para una historieta, hallado en la casa de Clotilde:
"Los duendes eran maestros del camuflaje, hábiles cambia-formas."
"Vendían cosas que no eran lo que les decían a sus clientes."
"El gato la vio: La niña estaba convencida que había adquirido una droga especial para desbloquear el séptimo chakra. Sacó de su bolsillo un frasquito ambarino y tras inhalar su contenido cayó al piso."
"Se retorció convulsa y murió en treinta segundos, con la boca llena de espuma."
"NIÑES ALÉJENSE DE LA DROGA"
"fin"

Anónimo A (OP), hace 4,7 years[^] [v] #926

Cuando Clotilde murió, el cómic era un éxito. Ya no había televisión, cine ni teatro ni Netflix ni nada. El país había sido fundido por los duendes. Las imprentas que no eran digitales, que parecían más bien de los buenos tiempos de Gutenberg, estaban de parabienes. La gente que moría también podía transmutarse en tinta grasosa por medio de científicos procesos inspirados en arcaicos rituales alquímicos en siniestros alambiques de duendes.
"Tútum policía se enfrentó contra uno montón de gaturros y ranurros, muriendo contra el tanque del lenguaje inclusivo".
Las bizarras ideas que dejó Clotilde generaron la necesidad de exhumar su cuerpo y tratar de reanimarlo para que siga dibujando el cómic.

Anónimo B, hace 4,7 years[^] [v] #947

Séitan el vampiro necrófago juega-dados, titiritero nigromante sideral, reanimó gaturros-mofletes-de-nalga y ranas de ojos de caracol contra Boris el Mapuche.
Boris el Mapuche, como todos los de su estirpe, resistió como un campeón hasta su aniquilación.
Adversarios de todos los tamaños y armamentos se ocuparon de desgarrar cada fragmento de su cuerpo.
{Última página hasta la fecha del cómic de Clotilde}

Anónimo B, hace 4,7 years[^] [v] #952

En esta ilustración "splash-page" podemos apreciar el pacto demoníaco de Gaturro, el mítico guerrero puma cachetes de nalga, con un duende necrófilo que ofrenda un corazón ardiente atado al infierno.
Es el preludio de una tragedia.
El estilo gráfico nos recuerda a Andrew Loomis y quizá a Bernie Wrightson.

Anónimo C, hace 4,7 years[^] [v] #960

He aquí una ilustración del mefítico Garompus amamantando al célebre Gaturro.

Anónimo C, hace 4,7 years[^] [v] #964

He aquí una página con la historieta de Clotilde con los curiosos y delirantes personajes haciendo de las suyas.

Anónimo C, hace 4,7 years[^] [v] #965

@previous (C)
En esta otra página del ocurrente cómic, podemos apreciar cómo Boris Dumas muere atravesado por un pene erecto que proviene del Gaturro oculto en el árbol Charyou del tétrico Bosque Chimoltrufio. Hay algunos testigos añadidos digitalmente por computador, que impávidos observan la dantesca escena.

Anónimo D, hace 4,5 years[^] [v] #984

@960 (C)
Detalle coloreado.

Anónimo D, hace 4,5 years[^] [v] #986

En uno de los universos paralelos vislumbrables por el rabillo del ojo, como una sombra esquiva de un deja-vu, Clotilde tiene ya veinte años. Corre el año 2027 y la cuarentena sigue. Los duendes tomaron el poder, hubo un sanguinario golpe de estado. Los periodistas fueron poseídos y sólo son títeres de carne reanimada, rellenos de soja texturizada. Samuel Quispe es el novio de Clotilde. A Samuel Quispe le gusta la cumbia vieja. Ráfaga, Sombras, La Nueva Luna. Clotilde sigue escuchando The Smiths, Joy Division, Depeche Mode, Section 25, Manicured Noise, Parálisis Permanente.
Samuel quiere tener hijos. Tres al menos.
Clotilde es antinatalista.
Samuel gusta de las películas de tiros y persecusiones donde explotan muchas cosas.
Clotilde tiene poco cine en su compu: A Serbian Film, tres películas de Tarkovsky y la primera de Conan el bárbaro (por la simbología reptiliana y la alegoría de la mente-colmena).

Samuel tiene la Playstation 4 y un solo libro, Rosaura a las diez, que le quedó del colegio secundario. Nunca lo leyó.


Clotilde tiene muchos libros empezados y unos pocos de lectura frecuente. Están subrayados, resaltados, dibujados, manchados de café. 1984 de Orwell, 9 cuentos de Salinger, It de Stephen King, Malinche (por un tal Edward Rosset), Deshoras de Cortázar, Las rubaiatas (una edición descatalogada de editorial Losada). Libros de arte de Taschen, todos usados, algunos sin tapa, todos comprados o canjeados en la misma feria.

Clotilde le dirá hoy a Samuel que lo deja, que aparte del sexo no tienen NADA en común.

Samuel le acaba de comprar un anillo. No es de oro ni de plata, pero para él es importante, una ofrenda para enlazarla a él...

garompus, hace 4,5 years[^] [v] #989

Clotilde tenía 40 años, volaba de fiebre y moriría soñando que abrazaba a una amiga onírica, una amiga que nunca tuvo en el mundo despierto.
Había dibujado una página donde una niña golem cautivaba con su danza sensual a un androide solitario, y luego tendrían miles de hijos-serpiente. Estos entes escamosos serían la raza que reptaría por el mundo. (El mundo que arruinaron los extintos humanos). La mente colmena les conminaría a vivir como un enjambre de pelmazos gilipollas sin voluntad propia, arrastrándose por aquí, arrastrándose por allá. Luego vendrían los duendes y preñarían a las serpientes y otra vez emergería la demoníaca raza de los seres humanos, fruto de esa pasión prohibida.
Ese era el argumento, que no llegó a concretar porque, mientras soñaba, Clotilde escupía flema, sangre, bilis, pedazos de sus cuerdas vocales, fragmentos de su lengua: Su vida, para resumir.

La página que daba inicio a esta pérfida epopeya, apenas estaba entintada. Pero un nuevo filtro de Instagram le permitía mostrarle una previsualización coloreada (un filtro muy popular para historietistas amateur). Los colores allí obtenidos le parecieron feos, y fue lo último que llegó a pensar. Lo último antes de derrumbarse, toser, soñar y morir.

Anónimo E, hace 4,3 years[^] [v] #1,056

En estas viñetas vemos a un Gaturro aguerrido haciendo de las suyas.

Anónimo E, hace 4,3 years[^] [v] #1,057

@previous (E)
Y en esta otra viñeta, nuestra extinta Clotilde dibujó al perro Tútum reprendiendo al feroz jaguar cara-nalga que emerge del árbol pagano.

Sodomizer, hace 4,3 years[^] [v] #1,067

Aquí Tútum se entusiasma y el castigo se intensifica.

Sodomizer, hace 4,3 years[^] [v] #1,068

Bump.

Sodomizer, hace 4,3 years[^] [v] #1,069

Esta viñeta tiene un estilo más temprano y disrruptivo.

Anónimo E, hace 4,3 years[^] [v] #1,086

Aquí Tútum invoca al Maligno para que le cante un tango.

Anónimo E, hace 4,3 years[^] [v] #1,101

Esta historia loca la estoy subiendo a un blog, pero hay dibujos y escenas que, de momento, sólo están aquí, en domingochan :)

Anónimo E, hace 4,3 years[^] [v] #1,116

El cerebro de uno de los personajes humanos es transferido a un robot que camina por el mundo ya sin vida orgánica, sin compañía, para siempre. Es una imagen trágica, pero lo más espantoso no es la condición de soledad que se narra en las imágenes, sino esa duración tan prolongada. Para nosotros, los humanos, no hay mal que dure cien años (ni cuerpo que lo resista).
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